domingo, 4 de enero de 2009

1.

Respiro.
Estoy vivo.
No puedo abrir los ojos, los párpados me pesan, lo intento, desisto.
Mi cabeza palpita, es como si el cerebro intentara expandirse intermitentemente y chocase brutalmente cada vez contra el craneo. Es doloroso, es un martillo que machaca, incesante.
No puedo moverme.
Siento frio en las piernas.
Intento repasar mentalmente las últimas horas:
¿Cómo llegué aquí?
¿Vine solo?
¿Que pasó?
No recuerdo nada, o recuerdo demasiadas cosas que se entremezclan y lo único que consigo es acelerar el ritmo del latente dolor de cabeza.
Vuelvo a intentar abrir los ojos, la respiración es más fuerte, el dolor es más fuerte, el frio es más intenso.
Tengo un brazo dormido, no puedo sacarlo de debajo de mi propio cuerpo.
Mis piernas no responden, mis pantalones están a medio quitar, estoy tumbado sin nada que me cubra.
¿Que hora será?
Poco a poco consigo abrir los ojos. Todo está oscuro.
El teléfono, mi teléfono movil. Me pregunto donde estará.
El brazo que me queda libre lo busca. Tiene que estar, fue un ruido suyo el que me despertó.
Noto ahora que mi boca está seca, pegada, amarga.
El cuerpo no quiere moverse, a cada mínimo espásmo muscular la cabeza responde con una gran sacudida de dolor.
Los síntomas parecen claros.
Repaso las posibles causas: 1,2....3,4,5...6,7...8....no creo que fuesen más.
Mi mano parece que palpa algo frio: es el teléfono.
Aunque sea débil, la luz del desbloqueo cae como un fogonazo, el pitido como un estruendo.
La pantalla lo aclara todo:
13,30
01/01/09

...Cómo odio la resaca de nochevieja...