martes, 23 de diciembre de 2014

Lyubov'

Salí del apartamento con la sensación de dejarme algo importante. Básicamente la conexión wifi. Pensando que poco podría pasar en esta mañana de domingo, fría y nevada, mis pasos se encaminaron por la pequeña calle Leontyesvkyi dirección Tverkaya. Mientras aligeraba el paso para llegar al metro pensaba que al final, las calles, sean de Moscú o de Móstoles o de Madrid, son iguales en todos lados. La aventura del metro estaba muy estudiada, sólo tenía que llegar hasta la parada de Pushkinskaya (línea morada, recuerda, línea morada) y hacer un transbordo en la Plaza De la Revolución. Luego ya todo en la misma dirección (línea azul oscurocasinegro) La teoría que había memorizado gracias a google estaba fácil. Pero los rusos son muy suyos, y dónde esperas que ponga “Ploshcad Revolutsii” hay una serie de símbolos que ni siquiera soy capaz de leer…. Malditos… Aun así, memorizando un poco los jeroglíficos, y contando paradas, todos los caminos llegan a Roma. O al mercado. El Metro de Moscú es bonito. Así en plan soviético, con las estaciones amplias y marmoladas y llenas de estatuas y pinturas y rusos y soldados. Las máquinas para vender billete tienen en grande un opción para poner el menú en inglés, (yes, very well fandango) 40 rublos de viaje (algo menos de un euro) Recuperé un poco la sonrisa al conectarme al wifi-free de los vagones, y poder hacer un poco seguimiento de por dónde andaba. La verdad es que no hay mucha diferencia: mismas caras de sueño, mismas miradas perdidas y todos pendientes de sus teléfonos. También hay músicos con acordeón. Mi parada de la línea 3 es Partizanskaya (esta era fácil de recordar, el fútbol es lo que tiene) Salir del metro también es una aventura. Yo pensaba que el cartel con el tipo corriendo indicando la salida era algo obligatorio… así que al no verlo me fijé en la gente y decidí seguir a los que tenían cara de “voy al mercado” Después de seguir a dos personas equivocadas y que me miraran mal, decidí buscar unas escaleras. Al salir del centro de Moscú sales de la parte turística también. Aunque el mercado de Izmailovo tiene mucho para los guiris, por lo que había leído, era lugar frecuente de los locales por tener un poco de todo. Una especie de Rastro pero que abre todos los días. Allá que vamos, como si fuera de San Petersburgo de toda la vida. Es un recinto, no son puestos de feria, y aunque está descubierto se puede pasear sin miedo a la fina nieve que cae. Es enorme y colorido. Tenía poco tiempo y sólo quería dar una vuelta para encontrar algún recuerdo sin los excesos del centro. Puestos de todo tipo: gorros, muñecas, cerámica, artículos soviéticos, camisetas con Putin, jarras con Putin, muñecos de Putin, llaveros con Putin… y comida ambulante a la parrilla. Una locura. Nada tiene puesto el precio, así que hay que preguntar, y ahí, en ese momento, es cuando al escuchar el acento, los comerciantes te dicen “Amigo” “España” “Euros” y sabes que te van a engañar. Como lo haría un español vamos. Entonces la necesidad me agudizó el oído y encontré a una pareja muy joven hablando entre ellos en la lengua de Cervantes y con los tenderos en ruso. Venezolanos estudiando. Y yo, una de las personas más antipáticas que conozco, haciendo valor para decirles: “Help, áyudame, en tu amistad he puesto toda mi fe” (bueno, así no, pero casi) Me explicaron que aquí se puede regatear por todo, pero siempre intentarán sacarte algo y mejor decir que eres estudiante (yo creo que ya no cuelo, pero me hizo gracia) Ocho Matrioskas, dos gorros, tres camisetas, un imán para la nevera, diez postales y cuatro jarras después, mis guías e intérpretes tenían que abandonarme a mi suerte. Comimos juntos unas brochetas a la brasa y les invité al teatro por la noche. No soy de hacer muchos amigos y ellos se quedarán aquí con un estupendo recuerdo en mi memoria. La vuelta al centro fue menos traumática. Sólo había que deshacer el camino (aunque me bajé una parada antes porque me despisté, en Teatralnaya) Me dirigí a correos a mandar mis postales y a mi café habitual, donde la camarera me sonríe, pensando en el pobre turista que pide las cosas señalando… Ahora ya tengo una conversación fluida con ella:
- Priviet, cofe smolocom, latte, as avoi, Jarasso. Spasiva. Paka. (Todo con acento de La Mancha)

miércoles, 3 de diciembre de 2014

35.

Lope lo tenía claro: “Atreverse”… Luego le dio un poco de literatura al asunto, pero el principio es el principio. Salimos a la calle y salimos a batallar. Parece que tenemos que luchar contra todos los elementos que se nos cruzan. Parece que para ser felices, para caminar, para disfrutar, para estar y ser, tenemos que atrevernos a las cosas, como si fuéramos unos cobardes por naturaleza con el miedo a vivir. Hace unas semanas, escuché una reflexión (escuché muchas esa tarde) que me quedó prendida: “trabajamos para ganarnos la vida” y la consecuente argumentación… parece que la vida no fuera nuestra. Evidentemente no le pasará a todo el mundo, ni todo el mundo tendrá una existencia angustiosa y habrá quien lo tenga fácil, o al menos no lo sufra. Cada cual busca y lucha a su manera, es cierto; pero ahí está el hablar de la vida y el  general de las consecuencias de nuestros pasos y el pensamiento final de que esta vida es un “valle de lágrimas” y no un “lecho de rosas” A veces me he negado mucho a pensar que para lograr la felicidad primero tenemos que sufrir; es la realidad aquella de creer que los triunfos logrados tras las penurias son más valiosos. Mentiras que nos decimos porque no nos atrevemos, porque no somos valientes, porque no afrontamos algunas situaciones, y tenemos que escudarnos en las sociedades del miedo. Yo no quiero sufrir… No quiero tener que sentir miedo a decir “ha sido fácil: llegué y triunfé” como si estuviera mal visto. Tenemos que ser valientes porque no nos queda otro remedio. De los cobardes poco se escribe. Nos aferramos a situaciones porque no nos atrevemos a dar pasos, porque a veces nos aterra la facilidad de la felicidad. Nos negamos aquello que nos dan porque nos educaron en la necesidad del sufrimiento. “Si no escuece, no cura” Atreverse… Deberíamos cambiar el valor de las palabras… luchar para que ese atrevimiento no sea a ganarse la vida, sino a disfrutar de lo que nuestra vida, ganada en propiedad por nuestros pasos, nos pone delante. Cada campo de nuestras horas tiene un atrevimiento… una valentía que superar, ante puesta seguramente a otros, más elocuentes que nosotros y que nos imponen sus vidas… los trabajos que nos aprietan, las relaciones que nos angustian, las personas que quieren ser y estar por encima de nosotros… luchas y atrevimientos para superar cada paso y cada estamento. Atreverse… ser valiente… tener cerca a quien nos socorrerá a levantarnos… atrevese a decir “ayúdame” es tan valiente como atreverse a afrontar los problemas y tomar decisiones firmes que nos hagan no sufrir. 
Pienso que esta vez no son tantas palabras sin fondo… porque a veces hay que atreverse a decirlas…

domingo, 16 de noviembre de 2014

Año Seis.

Llevaba unas semanas dándole vueltas este día... Pensando en escribir sobre este año de Amor. En este año de Pasiones. En este último año de intensas vidas. De letras apagadas, de canciones descubiertas, de miradas, de encuentros: para hablar de mi, de la Mujer, de montañas, de teatros del mundo, de palabras, de versos, de besos, de cambios, de casas, de lugares perdidos, de planes frustrados, de planes realizados, de miradas fugaces entre gente, de secretos, de listas interminables de acontecimientos que ocurren en semanas y segundos entre un año y otro. De la Luna. De lo que me mueve a escribir, de lo que me mueve a escribirte, de lo que me mueve a no recordar los sueños, de las necesidades de teclear año tras año palabras, entradas, post, e ideas felices y peregrinas. Llevaba unos días luchando contra los pensamientos espirituales, contra los deseos y contra los deberes. Echando de más y de menos, odiando sistemas, sintiendo rarezas de recuerdos, advirtiendo soledades y necesidades. Con el alma encogida y el corazón ensanchando su hueco. Llevo horas pensando... Ahora. Los aniversarios, nos impiden mirar al futuro porque se celebra el pasado. Se conmemora la duración y la permanencia. La resistencia al paso del tiempo, el triunfo de la continuidad. El peso de lo ya hecho. No es malo ni bueno, no es nada. Es el punto marcado para tener un recuerdo. Recuerdos. Mirando todo ese pasado, todo ese tiempo recorrido, al final, el deber que nos tenemos que poner es el de vivir cada momento para dejar un recuerdo cultivado, luchado y amado. Frases hechas que toman un poco de sentido común para no dejar sensaciones de fracaso, de no haber estado ahí, de no haber intentado vivir cada situación como si fuera la más importante de la vida, de sentir que aunque no es lo que debemos hacer, és lo queremos hacer; la espera, la continuación, la vida que queremos tener y no podemos. Es querer romper las distancias y los tiempos y las costumbres. Es llorar sin miedo delante de todos, es reír sin miseria, es amar de una forma casi pornográfica porque no dejamos de mostrarlo todo, de darlo todo, de mojarlo todo. Es vivir. Mañana será otro año. Mañana será tarde. Mañana sera el principio de otro final que nos moverá a otras entradas en otras casas. Mañana será otra silla en la que sentarse. Mañana no existe. Recuerdos agolpados será mañana. Aquí se encuentran todos y no se nombra ninguno... Aquí me libero de todo. Aquí le escribo a nadie pensando que lo lees tú. Aquí me invento una vida falsa camuflada de verdades. Aquí me despisto y me pierdo. Desde aquí puedo ser siempre un mentiroso. Recuerdo mis mentiras. Busco entre las lineas pasadas las verdades que dejé escritas para encontrar tantas lecturas como Ojos quieran verlas. Recuerdos tristes, porque parece que es lo que más nos gusta celebrar, aunque a veces me niegue, y me busque haciendo lo que me da la gana porque necesito sonreír a pesar de todo para recordar el momento. Llevaba minutos intranquilo, sintiendo que mi tristeza se quiere escapar, porque las pérdidas eternas nos empujan, porque nos frenamos ante la vida, porque necesitamos estar y ser y querer y dar. Me niego a tantas cosas... me niego a pensar que no se pueden recordar pensamientos futuros... me niego a no querer, a no amar, a no sentir cada paso, cada pasión, cada mirada y cada palabra, aunque me cueste la vida...porque no nos queda otra que buscar ese recuerdo que merezca la pena sembrar. Para que el día que no estemos, sólo puedan recordar que se murió viviendo todo. Para que el día que leamos otro año más, sea siempre un año menos de tristezas. Para enterrar a los enemigos, a las malas energías, a las desastrosas vivencias, a los dolores de alma. Cada año que pasa y escribo siento que pierdo algo, que dejo algo, que algo pasa... pero al mismo tiempo siento ganado un segundo de infinita paz, porque no se puede hacer de otro modo, no se puede hacer otra cosa que vivir con todo para morir sin nada que reprocharse, para morir sin nada dejado, para morir habiendo amado, escrito, actuado, leído, soñado, rozado, mirado, robado y sentir ese abrazo... El próximo año vendrán otras letras cargadas de tanta razón como estas tienen. El próximo año será la corrección de éste. El próximo, ése que empieza ahora, borrará como un diluvio los males adquiridos...

He llorado mucho este año. He amado más. He reído mucho este año. He ganado mucho más de lo que he perdido.
Todo queda escrito en tinta invisible...



                                                                                                                                     ...adiós Lalo...

miércoles, 29 de octubre de 2014

34.

...las diez y media...
No sabía muy bien si era tarde o temprano. Como horario diario, tarde: las siete de la mañana era la hora habitual, rutinas de viejo, que decían. Para ser domingo ocioso era temprano. Pero la cama no tenía ningún aliciente. Las camas vacías no tienen ningún atractivo. Cerró los ojos un momento para chequear los daños colaterales de la noche. Todo en su sitio, todo puesto, nada que reseñar. Sin salir de la cama, encendió el teléfono. Pensó que si fuera fumador lo primero que hubiera hecho es encender el cigarrillo. Repasó mensajes y buscó algún rastro no deseado dejado en el camino a casa. Respiración resignada restringida. No se puede así.
… once menos cuarto...
Ducha de purificación. Quitarse olores...humo de otros, copas de bar, perfumes de otras, sabores amañados, pensamientos impuros de recuerdos poco castos. Estaría bien que la tristeza se fuera por el desagüe. Los domingo amaneces triste. El agua rompe, quema, derriba, abrasa, cómo si quisiera conquistar la casa de un tirano.
..once y media...
Café. Solo. Amargo. A lo holandés. La mañana respira tranquila. Soleada, amable. Como si nada tuviera que ver con el mundo. La casa acompaña y deja que por sus ojos entre toda la luz, con ese color tan diferente que tiene el momento sin prisas, que juega entretenida con las sombras lentas de imperceptibles movimientos que hace que todos esos objetos inanimados puedan moverse por unos segundos. La radio canta palabras de Despedida. Vuelve a cerrar los ojos.
..las doce...y sin vender una escoba...
Justo a la entrada de la calle, tan de domingo con el mundo, hay un quiosco de prensa, que ocupa una considerable parte de la acera con todos los suplementos, revistas, panfletos, y demás accesorios. Un universo de posibilidades que se abre ante la multitud que aflora como caracoles en los jardines soleados. El periódico. El entretenimiento. El banco al sol. El pequeño jardín que aun mantiene la dignidad del césped. Las noticias. Los suplementos. Los reflejos en las gafas de sol. Las risas que se comparten. Los comentarios de aquel artículo curioso que no se hacen. Miradas cómplices bajo sombras. Recuerdos de otros domingos. Malditos todos.
...la una..
Teléfonos.
  1. ¿Cómo está papá?
  2. Sí, ya tengo los proyectos.
  3. ¿Cómo están los niños?
  4. ¿A que hora es la reunión mañana?
  5. Feliz cumpleaños.
  6. ¿Cómo está mamá?
  7. Mañana a primera hora si falta.
  8. ¿Cómo estás?
  9. ¿Que tal terminaste la fiesta?
  10. Al final no saldré hoy.
  11. Necesito que me envíes unas cosas hoy.
  12. Llámame cuando escuches esto...
  13. Me gustaría verte...
  14. Te extraño...
  15. ...suspiro...silencio... incomunico...
...las dos...
Sin hambre. Sin sueño. Sin alma. La cocina se agita. Restos de la semana para consumo propio. No hay gusto por cocinar. Males inevitables de la soledad. Mal necesario de la salud. Neveras rojas, platos blancos, vasos de IKEA. Noticias, informativos y la búsqueda de algún programa lo suficientemente aburrido para no tener que pensar en nada más. Quemar la neurona al amparo del sofá que recibe a Morfeo sin horarios. Acontecer de nuevos sueños vencedores. Repaso a las imágenes retenidas. Retina de memoria. Excitación. Amables siestas al amparo de mejores pieles nocturnas.
...las cuatro y diez...
Café. Dulce. Frio. Pervertido de leche. A lo español. Sonidos necesarios. Mesas de trabajo. Paréntesis temporales que convierten los domingos en cualquier otro día de la semana, porque las rutinas son las mismas, porque los pensamientos se evaden entren números, entre fechas, entre tiempos. Agendas que se abren. Miraba la suya con anhelo de tener todo lo escrito vendido. Así no pensamos mucho. Gastamos el valor más necesario. Gastamos el tiempo.
...las ocho...
“Viste
triste
Sol.”
Ocaso. Calle. De repente, se acuerda de su tristeza. Ya no hay sol impertinente. La chaqueta se hace suficiente abrigo para salir a pasear. A dar una vuelta por el bullicioso centro. A dar dos vueltas por el silencioso recuerdo. A dar tres vueltas de tuerca a tanta tontería. Refresca el ambiente y se nota la nariz fría. Pasos contados. Paso tranquilo. Paso entre gente anónima. Estaban todos. Menos tú. Volver a casa. Siempre se vuelve a casa.
...las diez y cuarto...
Wassaps:
  • “Que bien ayer”
  • “imagen”
  • “¿Dónde te metiste?”
  • “audio”
  • “Viendo una peli”
  • “no te olvides de llamarme mañana”
  • “imagen”
  • “Están poniendo una de buena en La2”
  • “¿Quien era la tia de ayer?”
  • “Que domingo mas tirado”
  • “¿Te apetece si nos vemos esta semana?”
  • ...silencio... “Hola”...
  • “Carita con beso”
  • “Carita con beso y corazón”
  • “Carita triste”
  • “Carita alegre”
  • “Carita de te hecho de menos pero no puedo decírtelo”
  • “Carita de tengo ganas de verte”
  • “Carita de recuerdos esfumados”
...las once y cuarenta...
Todo tiene un orden. Repara en su mundo, en sus pertenencias. En la necesidad de que todo esté preparado para la batalla del siguiente día. La ropa, los zapatos, el traje, la corbata a juego, la bolsa y la vida. Todo preparado para hacer guardia durante la noche. Se asoma a su balcón. Si fumara sería el momento del último cigarro.
..las doce...
“...y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido...”

Besos...
Beso.
Sueños...
Sueño.




jueves, 2 de octubre de 2014

..las palabras...

… La alacena, barnizada con esmero en un tiempo pasado, ofrecía una imagen ordenadamente rústica entre tanto libro acumulado con desdén en los estantes que flanqueaban inmóviles aquel mueble. En su interior, brillantes al paso del sol por el lucernario del abuardillado techo, los tarros se apilaban expectantes, como sabedores de que aquellos pasos firmes resonando por toda la casa, eran el prólogo a una llegada inminente ante las puertecillas acristaladas de aquel armario que los resguardaba; Él se acercaría, miraría interesado por todos los rincones, abriría las puertas y tomaría alguno de ellos... ese sería el pensamiento de los inertes objetos. Aun así, sin alma ni conciencia, hubieran sido acertados aquellos, pues él se acercó con determinación hasta ver su reflejo en los pequeños simulados dameros que conformaban los batientes. Abrió las puertas y escudriñó hasta el más ínfimo detalle de aquel muestrario: grandes, pequeños, altos, anchos, transparentes, opacos, viejos, nuevos y medio llenos y rebosantes... pero todos con el mismo contenido: palabras. No estaban todas las palabras, evidentemente. Toda la casa estaba repleta de libros, revistas, anuncios... novelas, ensayos, poemas, dramas, notas, curiosidades, papeles encontrados en rincones, servilletas con mensajes, fotografías de pintadas y tarjetas que acaparaban el espacio sin orden aparente, (que no en desorden), para almacenar palabras. Pero allí, en aquel refugio de botes, se encontraban aquellas sustraídas por alguna razón especial, por algún motivo particular. Cuando la palabra era peculiar, extraña, o simplemente merecedora de un recuerdo sentimental, él la susurraba. Primero lentamente, casi sin ruido ni sonido, como si se asomara al balcón de los labios pero no quisiera ser vista. La murmuraba sin descanso, hasta ir tomando cuerpo. El aire se convertía en palabra con algo de volumen, y la repetición le daba ser... así una y otra vez, una y otra vez... hasta que por pertinaz, el etéreo susurro se hacía visible, presente y corpóreo. Era ese el instante justo en el cual, él solo sólo podía atrapar con la punta de los dedos, con el suave roce de la yema de su índice y su pulgar aquel ente, casi vivo, que fuera o fuese aquella palabra. Tras agarrarla con cariño, la acompañaba hasta su lugar en la ya conocida alacena. Depositándola dentro de alguno de los tarros. Allí, especiales, espectaculares, sinuosas, polisílabas, se acumulaban las palabras. Sustantivos, adjetivos, adverbios, verbos y requiebros. Había muchas... en muchos idiomas... en diferentes formatos... de un lugar a otro se podía saltar de “cachivache” a “electroencefalografista” o podía decir “amor” o “love” o “Любовь” incluso observar “liebe” o aunar “t`estimo” inseparablemente. A veces en los más escondidos se encontraban las más antiguas, o casi en desuso, como “algarabía” o “alcoba” e incluso algunas curiosas, aunque no supiera muy bien lo que escondían, guardaba, y allí estaba “development” o “cinquecento” En otro, había guardado los modales y apretado “rozloučení” “agur” y “búcsú” Era pues, un sinfín de corpóreas palabras desbordando vidrios. En otro pequeño, por alguna razón que ahora no recordaba, o sí, quien sabe, había tres palabras inconexas “cereza” “polvo” y “silla” llegadas del mundo imaginario de los cuentos. Hoy, ensimismado, quería liberar alguna. Pensamientos de palabras presas que se habían agolpado en sus pesares, y decidido a dar rienda suelta para que por un día, quizá una eternidad, algunas palabras flotaran. Quiso convertir “Besos” en “Versos” y que aparejadas disfrutaran... Quiso liberar “caricia” para evocar alguna piel; escapada, sin permiso “enamorarse” tomo posesión de su propia conciencia. Observó cada una de ellas, revoloteando entre cajas de libros amontonados, entre huecos de luz y cortinas, entre muebles atestados de papeles. “Libertad” susurró... Él, el Guardián de las Palabras, dejó de preocuparse por ellas, para que fueran ellas, infinitas las significantes, las importantes, las extraordinarias. Aletargado por tanto movimiento, se dejó caer, vencido por fascinación en un polvoriento escabel. Allí acomodado, respiró. Cerró los ojos... Pensó en aquella nueva palabra que había cercenado su pecho y necesitaba sin demora sacar de su alma... Susurró... una y otra vez... pronunciando con cuidado aquellas letras... y ahí, delante, de nuevo, volátil y sólida...apareció aquella palabra...

viernes, 26 de septiembre de 2014

33.

“La soledad es un paradigma de la dicotomía de la vida...”
Había pensado en voz alta. Solo, claro está. Pero en voz alta. Las luces de todo el horizonte se mezclaban con los reflejos de las últimas horas de solsticio. Todo se acaba, irremediablemente. El final del verano, como la muerte, puede ser dramático, pero nunca trágico. Así, de manera alcohólico-filosófica apuraba el cigarro y lo dejaba caer en la lata de cerveza que había decidido traer como compañía en aquel atardecer (solitario, evidentemente) del último día de aquella estación. Desde ahí podía mirar muchas cosas, y aquellas lejanas se hacían pequeñas ya en tiempos y espacios. Sabina en la cabeza, como si fuera un triste ligón de bar barato que usa sus frases como elocuencias, y pensara en buscar “Dónde habita el olvido” Poco a poco las luces y la noche le ganaban el terreno al Sol que cobarde se escondía tras las torres, parapetado de la Luna, que aun no había decidido dar señales de vida. Ahí estaba, liando el siguiente cigarro y abriendo su correspondiente lata para dar por cerrado el pensamiento. Nos creemos, como niños pequeños inocentes, que para hacer cauce de nuestras vidas necesitamos momentos de soledad. Estar solos para aclara nuestras vidas, nuestras ideas, nuestros caminos. Necesitamos retumbar en nuestras propias cabezas las mismas ideas una y otra vez. El cerebro manda señales: no te intoxiques, busca, respira, te necesitas solo sólo. Y ahí, como los niños de Hameln seguimos ese pensamiento. Hasta que nos paramos. De verdad. Solos de verdad. Solos para contemplar el ocaso consumiéndonos. Entonces toma el poder el corazón, o el alma, o la vida, o vaya usted a saber que cosa... y no queremos la soledad para nada. No la necesitamos... queremos esa compañía, queremos ese jaleo aislado, queremos otra cosa que tampoco sabemos lo que es... Respirar... No es lo mismo llegar deprisa que llegar lejos... El dolor de cabeza atormentaba un poco cada respiración y como si el cielo no quisiera tanta tontería, la noche se hizo fría, empujando al resguardo interior. El balcón seguía apeteciendo, la compañía en soledad no replicaba, y aun quedaba apurar vicios... espera un momento Noche. Estamos solos, dicen las frases que nos llevan a valernos por nosotros mismos. A querer ser y salir y ser egoístas de nuestros sentimientos. A no dejarnos querer porque nuestro dolor es nuestro y nadie lo debe sufrir, nos debe sufrir. Es inevitable, pensó, llamar a los pensamientos y a los sentimientos que nos han librado de la soledad en algún momento, para llorarlos, para recordarlos, para quererlos. “Es inevitable”, cantó, como si ahora se hubiera convertido en La Negra, y sus versos...y así volvió al pensamiento de origen, ese que nos lleva a no saber cual es el camino correcto, si el de la multitud o el de la soledad, el de la compañía, el del abrazo, o la caricia, el amor o el cariño, el amante, el amado, la pena...penúltima calada... penúltimo trago... ultima llamada...
-¿En que piensas?
No se había percatado en su pensamiento solitario que en aquel balcón oscuro ya no estaba solo.
-En nada.
-Me engañas.
-Sí, es posible...
Ella sonrío. De esa forma. De aquella manera. Se acercó para robarle la soledad. Sin preguntar. Le quitó el cigarro de la mano y lo apuró.
-¿Vienes a la cama?
Aunque sonó como pregunta, la Luna ya estaba ahí, imperativa y retórica.
Aun quedó en aquel balcón un instante, buscando en la lejanía el motivo de su soledad.

lunes, 8 de septiembre de 2014

...Do you remember?

En septiembre, hace un año, empezó la temporada de la forma más extraña...
Comenzó con las funciones de “Luouella Persons” en el off del teatro Lara. Actuando... (es pues ésta la última vez que me vestí de actor) Ahí estuve, haciendo mi papel lo mejor que he sabido.
Otra vida de empresario que se ponía difícil, y aquella esperanza parecía que tendría su año, Ventana que se abría cada vez más.
Había que hacer las maletas.
En Octubre, una vez iniciado el curso, camino de Navarra, a Peralta, a compartir una vida, un mundo y una pasión durante dos meses y pico. Seis días seis de “Veraneantes” en Diciembre versión de “Los desviaros por el veraneo” de Goldoni. Un trabajo magnífico, divertido, fácil y maravilloso con un recuerdo especial para todos.
Las Navidades fueron viajeras, pero fructíferas.
A la vuelta, despedidas...
En Enero “Ruidos en la casa” se despidió de los escenarios (en ese momento no lo sabíamos, pero fue la última) Impresionante ver el teatro lleno y sin parar de reír. Bonito aquel domingo.
Desde Febrero ya estábamos preparando una nueva aventura en Madrid: “3023” Trabajos de amor perdidos eran...Ahí fue el desembarco también de otra compañía: un equipo maravilloso para “TAPE”  que me acoge  para ayudar, estorbar, poner malas caras y de vez en cuando, acertar.
Antes de Semana Santa empecé a preparar el final de curso. Siempre es un jaleo, pero este año encontramos el camino: “Presas” una maravilla. Adaptar para hacer un texto accesible y preparar dos elencos para dos puestas en escena en tres meses.
Marzo es el mes de teatro. Ahí despedimos, también sin saberlo entonces “Mujeres de arena” tras 45 funciones en tres años, en el Círculo Catalán (de Madrid). Si no me falla la memoria, tres funciones, tres...
Lo mejor, sin embargo, de Marzo, fue cruzarme con La Mujer. Por culpa del teatro, en un teatro, con mucho teatro, un Día del teatro.
Abril me lleva a estrenarme con los mayores y el CDN y “Boomerang” es su texto de ida y vuelta. Dos meses de trabajo que se hacen cortos por lo que se aprende de actores, director, dramaturga, jefes, técnicos y la sensación de las posibilidades infinitas de viajar...aunque sea a Rusia...
En Abril abrimos la temporada por fin de “TAPE” de un hotel en una Pensión.
Me daban ganas de llamar a Sabina y decirle que Abril lo tenía yo todo.
Hay una despedida más... y dejando puertas abiertas cerré aquella Ventana.
En Mayo estrenamos “3023” en “Espacio Labruc” con apoteosis todas las semanas, y mejores miradas un día, prorrogados hasta Junio. Trasladamos la habitación de nuestro hotel de “TAPE” a la sala principal del Teatro Lara. Impresionante esfuerzo.
Mayo es el mes de respirar, de saltar sobre olas, de pensar que todo pasa por algo...
De comenzar a buscar a Lope por aquel pueblo de Córdoba.
El 6 de Junio, volviendo a mis viejas etapas de profesor de teatro en colegios, dos grupitos de extraescolares mostraban nuestro trabajo de dos semanas con sus propios textos. Unas máquinas estos chavalines.
El 8 de Junio, sin respirar, estrenamos “Presas” en San Sebastián de los Reyes. Quizá de los más bonitos que recuerde, de los mas intensos, de los mas todo...
También me robaron el ordenador ese día... y la tablet... y la agenda... 
Solo diez días después, el 18 de junio estrenamos en la sala de “La Princesa” del teatro “María Guerrero” nuestro “Boomerang” viendo inquietantes y expectantes diez maravillosas funciones.
“Fuenteovejuna” de Lope, ya estaba en marcha desde Mayo y ahora faltaba el empujón final. Junio es un no parar. Un texto se avino en estas fechas... una idea feliz... un viaje futuro... un catalán empujando...
El 3 de Julio, cerramos la bonita etapa de “TAPE” y estrenamos nuestra “Fuenteovejuna”...bueno, no lo hicimos porque llovía. Mucho. Granizó y todo ese día...Así que lo retrasamos al 4 de Julio. Mala suerte. Es la primera vez que me pierdo mi propio estreno. Ese 4 de Julio estaba ya en Figueras, encendiendo el motor de “Metro” al mismo tiempo que se prendía el amor entre Laurencia y Frondoso.
Tres días en tierras catalanas para conocer a la compañía “Tequatre” que sería medio cuerpo de lo que habíamos decidido hacer para el FITAG 2014.
Julio también cerró la gira de Coque Malla, pero eso que lo ponga él en su web.
Dos meses de trabajo, a caballo entre Madrid y Cataluña, entre Alcalá de Henares y Figueres con la cabeza puesta en disfrazarme de otra persona, y como decía Aute, con este sentimiento tan terrible...
Así tan acompañado, llega  Agosto para estrenar en Figueres “METRO” y hacer que sus lineas lleguen a Girona y  Palafrugell. Unas funciones increíbles, con un alma en el escenario. Doce días de trabajo intenso a finales de mes para lograr que latiera un solo corazón a ritmo, de Zaz y su cajita y de unos paseantes tan perdidos como yo, que se encontraron en una luz...
12 meses...
94 almas...
68 representaciones...
9 compañías...
8 estrenos...
5 casas...
4 empleos...
2 mudanzas...
1 duda...

Así llegamos...


...September...

sábado, 26 de julio de 2014

...sin mi, sin vos, sin Dios...

Estoy roto. Partida el alma en dos. Sin ganas de otra cosa que ver pasar el calor y la noche una cosa detrás de otra. Con el llanto apretado en cada respiración y el pecho oprimido a cada suspiro. Sin aire, sin vida. No lo entiendo... de lo mas bonito, de lo más grande, de lo más inmenso nace este dolor mudo que se ahoga sin poder salir. Nada sirve, nada calma, nada mitiga. Ni la esperanza ni el egoísmo ni la vida de los otros me lleva a ningún camino. Me muevo despacio para no cansar este cuerpo débil y dolorido, en silencio para no recordar sonidos que despierten los mas profundos pensamientos sentimientos, desnudo por la casa para no sentir más peso que el de la propia piel, intentando golpearme para destruir los recuerdos. Aquellos recuerdos. Los recuerdos felices, las promesas felices, las felices palabras que me asesinan. Desespero en mi ignorancia, en mi no saber moverme por este angosto laberinto que me lleva a ti. Que me duerme en ti, que me hace respirar en ti. No me quedan más palabras. No me quedan mas oportunidades porque nos las hemos quitado de las manos. No me queda nada posible por lo que llorar. Sólo quedan los imposibles. Mis manos tiemblan sin sentido, sin fuerza, sin conocer causas ni motivos. Mi voz se apaga y titubea en cada acento sin lograr sacar el aire que obstruye mis entrañas. De lo más grande nace este dolor. De lo mas pequeño esta vida. Anhelo la mirada, el pensamiento y el celo. Celo que nunca existió y que ahora se clava a cada minuto de tu distancia. De lo que no soy capaz, de lo que no puedo evitar, de lo que no sé superar. De mi egoísta vida que te quiere tener cerca en la lejanía de tu deseo. La obsesión se apodera de mis venas que se excitan a cada paso sin ti. Mi alma, mi vida, mi sexo, mi cabeza, mi cuerpo, mi pensamiento, mi envidia, mi sonido, mi latido, mi brecha eterna entre lo que soy y lo que deseo. Entre lo que te ofrezco y lo que quieres, entre la felicidad y el desorden. De esta muerte que sufro que no puedo remediar, que no puedo mirar, que no puedo enterrar. Así pasan los segundos de este exilio que nunca acaba, que siempre vuelve, que ahora llega. No necesito nada de ti. No te necesito para vivir. Soy uno grande sin ti. Soy el amo de mis pasos y dueño de mi destino. Soy aquel que levanta vuelos y miradas. Nada sirve, nada calma, nada mitiga. Es la letanía que me repiten los sonidos que no quiero escuchar. De todo lo que soy, de lo fui y de lo que seré. Las lagrimas que me caen a cada momento de tu ausencia de tu recuerdo de mi vida me recuerdan la sal de tu piel. Así pasa este tiempo infinito que me odias. Así pasa este tiempo infinito que me amas. Así muero sin ti, igual que muero contigo, porque este amor infinito que me quema, lo hace igual cuando te miro. Porque estas ganas de morir son las mismas cuando me rozas en la noche. Porque no hay diferencias entre este amor y esta vida, que la de partirme el alma en dos y darte el trozo que manchaste. Porque igual es esta vida sin ti que con la cercanía de tu mirada. Roto estoy a tu lado, pero completo de tenerte. Así es también cuando me sonríes y cuando te beso, la misma muerte, la misma pena. Feliz de encontrar ese camino que me llevó. Recuerdos de escasos tiempos. De esos que alumbran la tierra. De esos eternos que nunca se acaban. Estoy roto, partida el alma dos.
La mía y la tuya.

lunes, 16 de junio de 2014

Inflexión.

Me canso... anoche me dormí sin querer, por pereza vital, por morir, por dejar de ver un día... Me canso de luchar y sonrío, porque busco señales, porque busco personas, porque busco motivos para seguir con el alma en otra parte. Me canso porque a veces me oprime el pecho, o me duele el hombro, o me estalla la cabeza y no puedo solucionarlo... Me canso porque no puedo descansar sobre la piel que me llama, sobre el pecho que me calienta... Me canso de todo... En mi cansancio me siento triste, me siento forzado, me siento pobre sin poder ofrecer nada porque lo que ofrezco no basta para no pensar en nada más... Me canso porque no quiero bien, porque no quiero... Me canso porque busco estar cerca de todo y lejos de nada... Me canso porque lo sencillo es complejo y no puedo hacer nada por eliminar el ruido que interfiere en la melodía... Me canso de evitar dar salida a lo que siento, de esconder los gritos, de apagar las ganas de incendiarlo todo. Anoche me dormí alejándome de los sueños, sólo porque mi cuerpo lo necesitaba, sólo porque mi alma lo pedía y me canso y suspiro y respiro lento... Me canso...o no...
No me canso y lucho porque todo pasa, porque sé que las cosas son siempre mejores... No me cansa y me despierta el sentimiento de primavera que me calma y me hace no dejar de sonreír... No me cansa vivir sintiendo que siempre podré estar ahí sentado contando lunares en sueños ajenos... No me canso para llegar a todo, a todos, a dar sin esperar más para que el tiempo no pase... No me canso de sentir la alegría de una mirada furtiva de un amante bandido, de la vida pasar con el calor del momento, de sentir la fuerza de las palabras de la esperanza de ese mensaje que nunca llega... No me canso...

Ich warte auf dich...

lunes, 14 de abril de 2014

32.

Estaba hambriento. La verdad es que no le suelo hacer mucho caso a mi estómago. No debemos caer en las condenas que nuestro cuerpo nos impone, o que trata de imponer, dándonos sueño, o hambre, o dolor de pies. Me sonrío al recordar un chiste que me contó un camionero cuando trabajaba repartiendo flores (pero quizá todo eso sea otra historia) El caso… por alguna razón decidí hacerle caso a mi naturaleza necesitada y tomarme un tiempo para malcomer, y al pasar al lado del mercado aparqué para hacer un alto en el camino. Aún me quedaban veinte minutos… Volví al coche para degustar mi estupenda empanada y mi zumo escuchando la radio. Entonces los vi. Pararon su coche, unos metros más allá, en la acera de enfrente, dándome una posición privilegiada para mi voyerismo. Debían venir de algún viaje; él bajó para ayudarla con la maleta y sacar esta de la parte trasera del coche. Al cerrar el maletero, se quedaron mirando unos segundos, y luego se besaron. Aparentemente era una despedida, o eso es lo que todas las pistas nos llevaban a creer; pero parecía un reencuentro. Se besaron apasionadamente. Como si fuera la primera vez que se veían después de un largo tiempo deseándose, como si hubieran tenido que reprimirse durante días y por fin podían dar rienda suelta a toda esa ansia. Por un momento me sentí incómodo, figurándome que estaba violando ese momento de intimidad (luego pensé que eran ellos los que estaban en la calle y se me pasó) Se besaban en un imaginario apocalipsis por el cual mundo se terminara y no volvieran a verse, tal si fuera la primera vez. Volvieron a separarse (yo creo que para tomar aire) y volvieron a mirarse. Se sonrieron y se despidieron. Ella bajó la calle con su maleta y él quedó un instante mirándola antes de volver a subirse al coche para desaparecer. Me quedé con mi zumo, pensativo. Recordé un artículo que había fusilado de alguna página volandera de internet que se titulaba algo así como “hay que buscarse amantes” No recuerdo el título exactamente, pero se parecería bastante. Aquellas líneas no hablaban únicamente de amantes desde el punto de vista sexual, sino pasional, y por extensión no era sólo de personas de lo que aquella reflexión trataba. Hablaba de la necesidad de encontrar una motivación diaria, una pasión que nos haga levantarnos cada día para comernos el mundo, para “tomarnos el día de mano” y no dejar pasar ni un momento, ni un segundo, sin desear hacer aquello que estás haciendo. Asesinar a la rutina con el deseo, casi furtivo, de aquella cosa que se sale de nuestro confort, de nuestra vida acomodada, y que es casi furtiva en nuestro día. Como ese amante. Como ese ladrón de besos que se esconde tras las esquinas para pedirnos que no gritemos mientras se acerca a nuestros labios a robar un beso para salir corriendo. Hay que tener amantes, hay que desear. Supongo que en estos tiempo tan grises, en los cuales a veces nos agarramos a trabajos, resultados e incluso personas por el mero hecho de la seguridad presente, pensar en el bienestar del alma se nos queda largo. Trabajamos por el sustento, a todos los niveles, y hacemos que poco a poco la vida nos coma terreno; olvidemos las locuras de niños, de adolescentes sin dos dedos de consciencia, de locos pervertidos que queremos hacer el amor en cualquier parte, y nos apresuramos a formalizar un estado civil con el mundo que nos de algo parecido a una vida normal. Hay que tener amantes. Hay que ser ladrones de almas y volar. Hay que besarse como si fuera la última vez que fueras a ver a esa persona. Lo demás no sirve….

Apuré mi zumo, y mandé un “wassap” al trabajo, mintiendo descaradamente, aludiendo  a un terrible y repentino dolor de algo, que evidentemente me impediría trabajar, pero no hacer el amor y robar unos suspiros…