...las diez y media...
No sabía muy bien si era
tarde o temprano. Como horario diario, tarde: las siete de la mañana
era la hora habitual, rutinas de viejo, que decían. Para ser
domingo ocioso era temprano. Pero la cama no tenía ningún
aliciente. Las camas vacías no tienen ningún atractivo. Cerró los
ojos un momento para chequear los daños colaterales de la noche.
Todo en su sitio, todo puesto, nada que reseñar. Sin salir de la
cama, encendió el teléfono. Pensó que si fuera fumador lo primero
que hubiera hecho es encender el cigarrillo. Repasó mensajes y buscó
algún rastro no deseado dejado en el camino a casa. Respiración
resignada restringida. No se puede así.
… once menos cuarto...
Ducha de purificación.
Quitarse olores...humo de otros, copas de bar, perfumes de otras,
sabores amañados, pensamientos impuros de recuerdos poco castos.
Estaría bien que la tristeza se fuera por el desagüe. Los domingo
amaneces triste. El agua rompe, quema, derriba, abrasa, cómo si
quisiera conquistar la casa de un tirano.
..once y media...
Café. Solo. Amargo. A lo
holandés. La mañana respira tranquila. Soleada, amable. Como si
nada tuviera que ver con el mundo. La casa acompaña y deja que por
sus ojos entre toda la luz, con ese color tan diferente que tiene el
momento sin prisas, que juega entretenida con las sombras lentas de
imperceptibles movimientos que hace que todos esos objetos inanimados
puedan moverse por unos segundos. La radio canta palabras de
Despedida. Vuelve a cerrar los ojos.
..las doce...y sin vender
una escoba...
Justo a la entrada de la
calle, tan de domingo con el mundo, hay un quiosco de prensa, que
ocupa una considerable parte de la acera con todos los suplementos,
revistas, panfletos, y demás accesorios. Un universo de
posibilidades que se abre ante la multitud que aflora como caracoles
en los jardines soleados. El periódico. El entretenimiento. El banco
al sol. El pequeño jardín que aun mantiene la dignidad del césped.
Las noticias. Los suplementos. Los reflejos en las gafas de sol. Las
risas que se comparten. Los comentarios de aquel artículo curioso
que no se hacen. Miradas cómplices bajo sombras. Recuerdos de otros
domingos. Malditos todos.
...la una..
Teléfonos.
- ¿Cómo está papá?
- Sí, ya tengo los proyectos.
- ¿Cómo están los niños?
- ¿A que hora es la reunión mañana?
- Feliz cumpleaños.
- ¿Cómo está mamá?
- Mañana a primera hora si falta.
- ¿Cómo estás?
- ¿Que tal terminaste la fiesta?
- Al final no saldré hoy.
- Necesito que me envíes unas cosas hoy.
- Llámame cuando escuches esto...
- Me gustaría verte...
- Te extraño...
- ...suspiro...silencio... incomunico...
...las dos...
Sin hambre. Sin sueño.
Sin alma. La cocina se agita. Restos de la semana para consumo
propio. No hay gusto por cocinar. Males inevitables de la soledad.
Mal necesario de la salud. Neveras rojas, platos blancos, vasos de
IKEA. Noticias, informativos y la búsqueda de algún programa lo
suficientemente aburrido para no tener que pensar en nada más.
Quemar la neurona al amparo del sofá que recibe a Morfeo sin
horarios. Acontecer de nuevos sueños vencedores. Repaso a las
imágenes retenidas. Retina de memoria. Excitación. Amables siestas
al amparo de mejores pieles nocturnas.
...las cuatro y diez...
Café. Dulce. Frio.
Pervertido de leche. A lo español. Sonidos necesarios. Mesas de
trabajo. Paréntesis temporales que convierten los domingos en
cualquier otro día de la semana, porque las rutinas son las mismas,
porque los pensamientos se evaden entren números, entre fechas,
entre tiempos. Agendas que se abren. Miraba la suya con anhelo de
tener todo lo escrito vendido. Así no pensamos mucho. Gastamos el
valor más necesario. Gastamos el tiempo.
...las ocho...
“Viste
triste
Sol.”
Ocaso. Calle. De repente,
se acuerda de su tristeza. Ya no hay sol impertinente. La chaqueta se
hace suficiente abrigo para salir a pasear. A dar una vuelta por el
bullicioso centro. A dar dos vueltas por el silencioso recuerdo. A
dar tres vueltas de tuerca a tanta tontería. Refresca el ambiente y
se nota la nariz fría. Pasos contados. Paso tranquilo. Paso entre
gente anónima. Estaban todos. Menos tú. Volver a casa. Siempre se
vuelve a casa.
...las diez y cuarto...
Wassaps:
- “Que bien ayer”
- “imagen”
- “¿Dónde te metiste?”
- “audio”
- “Viendo una peli”
- “no te olvides de llamarme mañana”
- “imagen”
- “Están poniendo una de buena en La2”
- “¿Quien era la tia de ayer?”
- “Que domingo mas tirado”
- “¿Te apetece si nos vemos esta semana?”
- ...silencio... “Hola”...
- “Carita con beso”
- “Carita con beso y corazón”
- “Carita triste”
- “Carita alegre”
- “Carita de te hecho de menos pero no puedo decírtelo”
- “Carita de tengo ganas de verte”
- “Carita de recuerdos esfumados”
...las once y cuarenta...
Todo tiene un orden.
Repara en su mundo, en sus pertenencias. En la necesidad de que todo
esté preparado para la batalla del siguiente día. La ropa, los
zapatos, el traje, la corbata a juego, la bolsa y la vida. Todo
preparado para hacer guardia durante la noche. Se asoma a su balcón.
Si fumara sería el momento del último cigarro.
..las doce...
“...y la vida siguió,
como siguen las cosas que no tienen mucho sentido...”
Besos...
Beso.
Sueños...
Sueño.