Todo volvía de nuevo. Al final me quedé dormido, y de un salto me incorporé al notar, la puerta que se abría, la nueva presencia y aquellas lámparas que nos iluminaban de una manera tan “pop”
“Lo siento, buscaba uno vació y...”
“No importa.”
“Siento si te he despertado”
“No, no, si no estaba dormido”
(Tópico típico)
Dejó su mochila sobre la estantería y ocupó el asiento más alejado de la ventana. No perdí detalle de ninguno de sus movimientos. Supongo que ella se percataría, pero tampoco importaba mucho, son de esas situaciones lícitas para “voyeurs”
Creo que quizá fuera eso lo que hacia que sus movimientos fueran pausados, provocativos y calculados, para que no dudase de cada mirada.
Llevaba una camiseta blanca de tirantes, de aquellas rellenas de generoso escote, y unos vaqueros parcheados muy “fashion”, bueno, ahora se diría “glam” y el pelo recogido en una coleta. Un bolso enorme, de tela, negro con dibujos de estrellas. Nunca metas la mano en el bolso de una mujer. Parecía seria, con una expresión interesante, que seguramente la hacia mayor. No he sido nunca muy hábil a la hora de definir edades, pero ella no debía tener más de veinte, o quizá ser eterna.
Cuando por fin decidió reposar sacó un libro y se perdió para siempre...
Mientras buscaba el marca-páginas cerraba los ojos y movía lentamente el cuello, a un lado y a otro, como un pequeño ritual que sus manos, pequeñas, acompañaban al acariciar las hojas deseadas, amarillas, de una edición de bolsillo de “Chocolate”
Allí estaba como observador impasible, descifrando cada expresión de sus ojos, cifrándola en sensaciones, descubriendo que le atraía del libro, con tanta fuerza que casi deseaba ser cada línea que hacía pasear sus dedos, viendo como cambiaba a cada sensación.
¿Cómo se llamaba la autora?
Era una mujer, de eso estaba seguro. Hacia tiempo que lo había leído, por la curiosidad, en aquel momento se estaba estrenando en cine su versión y era aquello de poder comparar.
Joanne Harris.
No lo recordé, un cambio, para poder reclinar la cabeza sobre la pared hizo moverse el pequeño volumen y dejarme ver la cubierta. Me sonreí, como si ella hubiese sabido lo que quería y me hubiese enseñado lo que buscaba. Lo que quería...
Uno de los pasajes del libro cuenta como la protagonista se enamora de un desconocido; y el libro, en general tiene el “desconocimiento” como tema profundo. Esa era (y de momento es) una de mis pequeñas fantasías, conocer a alguien, nueva mujer, alguien que haya sido el azar el que hiciese que nos encontrásemos, enamorarme perdidamente de ese ser extraño, de esa mujer desconocida, que lo son todas las que se cruzan en nuestros caminos, sentir el impulso de acercarte a ella, y decirle sin mediar mas, que debería besarla para comprobar que son sus labios los únicos que deseo, que quiero, como ese antojo de chocolate que narra el libro y nadie puede reprimir, ese deseo casi pecaminoso, si, casi deseo.
“deseo...”
1 comentario:
Yo no me encuentro a nadie tan fscinante en el tren :(
A ver si un dia tu yo nos cruzamos...
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