martes, 29 de noviembre de 2011

22.

Qué hacer cuando no se puede hacer nada. Das vueltas pensando que lo que se necesita es un cambio, y te das cuenta que lo que más necesitas realmente, lo que más desearías es que las cosas se mantuvieran en su sitio. Movemos libros, estanterías, muebles, camas y espejos, esperanzados en la nueva imagen, y que ésta nos haga pensar en lo nuevo, lo novedoso, el camino a seguir  alejándose del pasado. Mientras, nos enfrentamos de la forma más cruda a ese pasado, cogiéndolo, acariciándolo, y respirando el polvo acumulado. En la búsqueda de ese cambio te empapas aun más
de aquello que quieres abandonar, y piensas las razones, motivos, errores y desánimos que te han llevado hasta ahí. Siempre es negativo. Aunque ese cambio sea para positivo, el pasado nunca muere, y siempre nos hace pensar. El futuro tiene esa peculiaridad, la de ser algo misterioso, provocador de miedos y dudas. Nuestros referentes son siempre pasados, nunca presentes y mucho menos futuros. No lo puedo evitar, soy de lágrima fácil, y los recuerdos me matan, lentamente, mientras visualizo el futuro frustrado, me es imposible ver lo incierto, y mucho menos pensar en el regalo del tiempo actual, el presente.
Todo cambia, nada permanece. La felicidad es un agujero muy grande que hay que llenar. Siempre he pensado en la mala utilización de la palabra “feliz” y cada vez me doy más cuenta y me convenzo un poco más, de la imposibilidad de “ser feliz” y busco con más impertinencia el “estar feliz” y pensar que las cosas que entran y salen de ese agujero pareciera como si fueran incompatibles. Acabo sentado, limpiándome las lágrimas de mi mentira. Tengo, conozco, sé de amigos y gente que están completos en sus vidas sin más búsquedas que el poder vivir el día a día de la manera más cómoda posible. La sinceridad más engañosa, la mentira más dolorosa, es la que nos ataca sin darnos cuenta, sin pensar en ello, porque siempre nos miramos a los ojos. Movemos hasta el último rincón de nuestros recuerdos para estar mejor, para conseguir una prosperidad mental que descanse en paz en nuestra cabeza. Músicas, canciones, risas, sonrisas, olores, sensaciones, historias sensacionales clavadas hasta los huesos, por mucho que hayamos querido borrarlas, aun no, aun es pronto. Quizá en otro momento, en otra mente ese razonamiento nos lleve a otro lugar. Sólo cierro cajas llenas. Sólo precinto pasados. Me canso, me fatigo, me duelo. Cuanta relatividad de las cosas pequeñas. Nadie se muere de los recuerdos. Nadie.

No hay comentarios: