miércoles, 3 de diciembre de 2014

35.

Lope lo tenía claro: “Atreverse”… Luego le dio un poco de literatura al asunto, pero el principio es el principio. Salimos a la calle y salimos a batallar. Parece que tenemos que luchar contra todos los elementos que se nos cruzan. Parece que para ser felices, para caminar, para disfrutar, para estar y ser, tenemos que atrevernos a las cosas, como si fuéramos unos cobardes por naturaleza con el miedo a vivir. Hace unas semanas, escuché una reflexión (escuché muchas esa tarde) que me quedó prendida: “trabajamos para ganarnos la vida” y la consecuente argumentación… parece que la vida no fuera nuestra. Evidentemente no le pasará a todo el mundo, ni todo el mundo tendrá una existencia angustiosa y habrá quien lo tenga fácil, o al menos no lo sufra. Cada cual busca y lucha a su manera, es cierto; pero ahí está el hablar de la vida y el  general de las consecuencias de nuestros pasos y el pensamiento final de que esta vida es un “valle de lágrimas” y no un “lecho de rosas” A veces me he negado mucho a pensar que para lograr la felicidad primero tenemos que sufrir; es la realidad aquella de creer que los triunfos logrados tras las penurias son más valiosos. Mentiras que nos decimos porque no nos atrevemos, porque no somos valientes, porque no afrontamos algunas situaciones, y tenemos que escudarnos en las sociedades del miedo. Yo no quiero sufrir… No quiero tener que sentir miedo a decir “ha sido fácil: llegué y triunfé” como si estuviera mal visto. Tenemos que ser valientes porque no nos queda otro remedio. De los cobardes poco se escribe. Nos aferramos a situaciones porque no nos atrevemos a dar pasos, porque a veces nos aterra la facilidad de la felicidad. Nos negamos aquello que nos dan porque nos educaron en la necesidad del sufrimiento. “Si no escuece, no cura” Atreverse… Deberíamos cambiar el valor de las palabras… luchar para que ese atrevimiento no sea a ganarse la vida, sino a disfrutar de lo que nuestra vida, ganada en propiedad por nuestros pasos, nos pone delante. Cada campo de nuestras horas tiene un atrevimiento… una valentía que superar, ante puesta seguramente a otros, más elocuentes que nosotros y que nos imponen sus vidas… los trabajos que nos aprietan, las relaciones que nos angustian, las personas que quieren ser y estar por encima de nosotros… luchas y atrevimientos para superar cada paso y cada estamento. Atreverse… ser valiente… tener cerca a quien nos socorrerá a levantarnos… atrevese a decir “ayúdame” es tan valiente como atreverse a afrontar los problemas y tomar decisiones firmes que nos hagan no sufrir. 
Pienso que esta vez no son tantas palabras sin fondo… porque a veces hay que atreverse a decirlas…

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