martes, 23 de diciembre de 2014

Lyubov'

Salí del apartamento con la sensación de dejarme algo importante. Básicamente la conexión wifi. Pensando que poco podría pasar en esta mañana de domingo, fría y nevada, mis pasos se encaminaron por la pequeña calle Leontyesvkyi dirección Tverkaya. Mientras aligeraba el paso para llegar al metro pensaba que al final, las calles, sean de Moscú o de Móstoles o de Madrid, son iguales en todos lados. La aventura del metro estaba muy estudiada, sólo tenía que llegar hasta la parada de Pushkinskaya (línea morada, recuerda, línea morada) y hacer un transbordo en la Plaza De la Revolución. Luego ya todo en la misma dirección (línea azul oscurocasinegro) La teoría que había memorizado gracias a google estaba fácil. Pero los rusos son muy suyos, y dónde esperas que ponga “Ploshcad Revolutsii” hay una serie de símbolos que ni siquiera soy capaz de leer…. Malditos… Aun así, memorizando un poco los jeroglíficos, y contando paradas, todos los caminos llegan a Roma. O al mercado. El Metro de Moscú es bonito. Así en plan soviético, con las estaciones amplias y marmoladas y llenas de estatuas y pinturas y rusos y soldados. Las máquinas para vender billete tienen en grande un opción para poner el menú en inglés, (yes, very well fandango) 40 rublos de viaje (algo menos de un euro) Recuperé un poco la sonrisa al conectarme al wifi-free de los vagones, y poder hacer un poco seguimiento de por dónde andaba. La verdad es que no hay mucha diferencia: mismas caras de sueño, mismas miradas perdidas y todos pendientes de sus teléfonos. También hay músicos con acordeón. Mi parada de la línea 3 es Partizanskaya (esta era fácil de recordar, el fútbol es lo que tiene) Salir del metro también es una aventura. Yo pensaba que el cartel con el tipo corriendo indicando la salida era algo obligatorio… así que al no verlo me fijé en la gente y decidí seguir a los que tenían cara de “voy al mercado” Después de seguir a dos personas equivocadas y que me miraran mal, decidí buscar unas escaleras. Al salir del centro de Moscú sales de la parte turística también. Aunque el mercado de Izmailovo tiene mucho para los guiris, por lo que había leído, era lugar frecuente de los locales por tener un poco de todo. Una especie de Rastro pero que abre todos los días. Allá que vamos, como si fuera de San Petersburgo de toda la vida. Es un recinto, no son puestos de feria, y aunque está descubierto se puede pasear sin miedo a la fina nieve que cae. Es enorme y colorido. Tenía poco tiempo y sólo quería dar una vuelta para encontrar algún recuerdo sin los excesos del centro. Puestos de todo tipo: gorros, muñecas, cerámica, artículos soviéticos, camisetas con Putin, jarras con Putin, muñecos de Putin, llaveros con Putin… y comida ambulante a la parrilla. Una locura. Nada tiene puesto el precio, así que hay que preguntar, y ahí, en ese momento, es cuando al escuchar el acento, los comerciantes te dicen “Amigo” “España” “Euros” y sabes que te van a engañar. Como lo haría un español vamos. Entonces la necesidad me agudizó el oído y encontré a una pareja muy joven hablando entre ellos en la lengua de Cervantes y con los tenderos en ruso. Venezolanos estudiando. Y yo, una de las personas más antipáticas que conozco, haciendo valor para decirles: “Help, áyudame, en tu amistad he puesto toda mi fe” (bueno, así no, pero casi) Me explicaron que aquí se puede regatear por todo, pero siempre intentarán sacarte algo y mejor decir que eres estudiante (yo creo que ya no cuelo, pero me hizo gracia) Ocho Matrioskas, dos gorros, tres camisetas, un imán para la nevera, diez postales y cuatro jarras después, mis guías e intérpretes tenían que abandonarme a mi suerte. Comimos juntos unas brochetas a la brasa y les invité al teatro por la noche. No soy de hacer muchos amigos y ellos se quedarán aquí con un estupendo recuerdo en mi memoria. La vuelta al centro fue menos traumática. Sólo había que deshacer el camino (aunque me bajé una parada antes porque me despisté, en Teatralnaya) Me dirigí a correos a mandar mis postales y a mi café habitual, donde la camarera me sonríe, pensando en el pobre turista que pide las cosas señalando… Ahora ya tengo una conversación fluida con ella:
- Priviet, cofe smolocom, latte, as avoi, Jarasso. Spasiva. Paka. (Todo con acento de La Mancha)

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