O
“No es nada fácil.”
“No Señor”
“Es complicado”
“Sí Señor”
Silencio
La puerta retumbó con el eco que solo la inmensidad del cielo puede dar. Pero allí volvía a estar, en aquella sala como tantas veces antes. La responsabilidad del cargo hacía que muy pocos pudiesen llegar a donde él podía hacerlo, pero, evidentemente, cuanto más poder se tiene, más dificultades se encuentran en el trabajo.
Y ahora lo dejaría de hacer, ya no quería hacerlo. Había pedido permiso para salir a buscarla y no lo conseguía. Es el momento de escapar de allí.
El trabajo era sencillo, sólo tenía que verificar que toda alma llegaba a su destino. Sin más. Allá donde algún pobre cuerpo era despojado de su alma, allá que se encontraba él. Un Principado del Tercer Coro, que dirían los más puristas.
Descubierto en su trabajo, y desposeído de su poder por rebelarse, por querer salir de allí para buscar a una mujer, por desobedecer, por no seguir su camino, se encontraba en tierra de nadie. Mejor dicho, ahora se encontraba en el otro lado, aquel contra el que siempre había luchado, frente a todo ello. Frente a ella.
“Un ángel caído frente al Ángel Caído”
Un dolor inmenso le sacudió, como algo sobrenatural, como si mil golpes arañasen su espalda, como si toda la ira del Cielo y del Infierno cayese sobre él, como si su pecado y su culpa no fueran a ser perdonados nunca. Como si viese ante sus ojos la imagen más bella y supiera que nunca seria suya. Fulminado por aquel dolor, desde el suelo, pudo contemplar la belleza de aquella mujer por última vez.
No podía morir, no podía vivir. Expulsado del cielo, deambulante por el infierno, la oscuridad que lo envolvía no tenía ningún sentido. ¿Es amor lo que lleva a dejarlo todo hasta los confines del bien y el mal? ¿Es una fantasía? ¿Es la soledad infinita y el clavo ardiendo?
Es todo una metáfora, un viaje, un sentir extraño en la oscuridad de la vida, llena de ruidos que nos desbordan, de trabajos que nos hacen pensar que el tiempo pasa indolentemente, de personas que importan y que dejamos escapar, o que no importan y hacemos que sean fuertes en nuestras vidas.
De pie, desnudo, oscuro.
Una luz al final. Siempre hay una luz que ilumina la esperanza, la siguiente parada, la vida o la muerte. Y tras esa luz, otra puerta...
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