viernes, 6 de agosto de 2010

10.

Mayo queda en la retina, junio acudió como respiro y el verano se plantó para no dejarme respirar. Desempolvar teclado, ideas, cartas, el Word, leyendas, y buscar en algún lugar cual era la contraseña del ordenador. Es más, del dichoso ordenador. Agosto me empieza a asfixiar, y no hemos mediado el mes aún. Cambio de rutinas, cambio de lugares, cambio de vida. La lucha entre las vacaciones, la falta de trabajo, la vida futura y olvidar el pasado. El verano llegó anunciado a gritos y me pilló fuera de juego. Hay que ver como se ponen las cabezas. A doscientos kilómetros de mi hábitat natural, a miles de kilómetros de mi aire, a cientos de kilómetros de las risas y las historias, a unos metros de mi casa, al lado de mis hermanos. Tan cerca y tan lejos. Cada día me pregunto cuantas ideas deben morir en mi cabeza para salvar alguna reflexión que me ayude a seguir adelante sin estancarme. Reviso estos meses de silencio y los encuentro llenos de gritos, unos de auxilio, otros de júbilo, de pasión muchos y de silencios otros. Nunca nos conformamos, hay que joderse. Por fin decides ponerte a ello. Ponerme a esto. Sólo se trata de aclarar las ideas para que los dedos funcionen y saquemos de la indiferencia unas líneas que quedaron pendientes. Muchos meses, muchas cosas. Decisiones, rutinas, sudores, ánimos, nuevas almas y viejos cuerpos. Me encanta. El verano nos desnuda un poco más de todo, el calor es lo que tiene. Cuerpo y mente se quieren librar de pesadeces y buscan como el respirar la ligereza de lo que nos rodea. Ahora ando fuera de mí, esperando reencontrarme y aprovechar esta tierra llana para no tener que escalar cimas ni cumbres, y quedarme en lo más sencillo. Buscar familia, amigos, relaciones e ideas que hagan que mí pesado cuerpo (estoy poniéndole remedio) salga de su letargo y se anime a dilucidar que es mucho mejor un folio escrito que uno en blanco. O como no decir nada después de decir mucho. Que para eso estamos. Hay que caminar, que seguir andando, no parar. Es la única forma de demostrar el movimiento. Quizá toque destapar el bote de las cosas tontas desechadas para darse cuenta que ahora no son tan tontas. Revisar el pasado y ver las razones y motivos. Quizá, o sin quizá toque respirar este Agosto y cual filtro de aire, darnos oxígeno, limpiar y purificar. Sudar todo lo que nos quedó del invierno y preparar el otoño con la piel morena, suave y tersa, de sol, de arena, de amigos y de caricias. Es posible que sea el momento. Es posible.

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