sábado, 7 de agosto de 2010

Vacaciones santillana 1

Siempre que paso más de dos días en casa de mis padres me voy con sensaciones variadas, variopintas y extrañas. Y con kilos de más. Mi madre se piensa que en Madrid no como o algo así, y a sus ya monumentales guisos para 12 que se tienen que comer 4 añade un par de raciones más “por si acaso” Este verano he decidió irme sólo con las sensaciones y procurar dejar lo de los kilos en estas tierras. He tomado dos decisiones dos al respecto: la primera no mantenerme inactivo, tomarme de mano el tiempo libre y hacer rutinas que me hagan quemar los lípidos. Es cierto que la caña del mediodia, el café y la copa de pacharán con la partida de mus diaria no me ayudan en cierta parte del propósito; bueno, poco a poco. Existe en esta santa casa una habitación destinada al culto al cuerpo, con dos o tres cacharros de esos de la teletienda, una cosa extraña que hace que te cuelgues como un murciélago, una tabla de hacer abdominales de las de toda la vida, y mi penitencia: una cinta para correr. Todos los días a eso de las 19.00 (hora zulú, of course) la miro achinando los ojos, sospechando y sopesando cual será su estratagema para hacerme sufrir. Cuánto echo de menos mi parque. La enchufo, la enciendo, la programo, me subo. Me duele todo el cuerpo. El primer día casi muero. El segundo lo pillé con más ánimo. El tercero ya empatamos. Ahora la tengo donde quería… Siempre corro la misma distancia: 3km. Reto a mi cuerpo y a la cacharra para poder hacerlo en el menor tiempo posible. Primer día 20 minutos, con todas mis fuerzas, con la lengua fuera, sujetándome a las barras anti-torpes, y jurando con Dios por testigo que nunca más volveré a correr. Vi la luz blanca, la bandera arcoíris, el burladero y todos los santos habidos y por haber en cielo y en infierno. Siempre pienso lo mismo, en lo malo que es el deporte para la salud, mental y física. Aun así quedamos citados para el siguiente atardecer, la siguiente puesta de sol no te dejaré escapar… Cada vez que me bajo de la cinta me subo a la báscula: maldición, rayos, truenos y centellas. No he bajado ni un kilo. Tampoco los he subido. No me parece buen negocio este… Seguiremos informando. La otra cosa que he decidido hacer en contra de la curva de la felicidad es cocinar yo. Supone un poco de esfuerzo más, miradas raras del resto de la familia, y ponerle a mi madre la cocina patas arriba. Pero al menos he cambiado el menú, las cantidades, la dieta, y el equilibrio. Ojo, atención, una cosa quiero que conste: mi señora madre cocina estupendamente y es la causante de lo hermoso y rollizo y sano que me encuentro… sólo que su amor de madre añade cantidades a la sopa. Recetitas de verano, de las que hablaré en otro momento. Es lo que tiene ver aquí el canal cocina ese de los cocineros al que estoy enganchado. Demasiados ratos muertos. Rutinas de verano. La cinta me espera…

1 comentario:

Placerdemivida dijo...

Jajaja! No es mejor sudar todo eso después del verano? disfruta de la comida de tu madre, q no la podrás degustar en MAD.


A diferencia de todo eso, yo por aqui voy con 2 jerseis y la chaqueta.Y comer...voy probando de todo q hay q compensar los más de 1000€ invertidos en el billete^_^


SALUDos